Ciberbullying: qué es, cómo combatirlo y cuáles son los derechos de las víctimas
Es cierto que la internet aporta innumerables beneficios a la sociedad en general: facilita la comunicación, da voz a las personas, garantiza el ejercicio de la democracia y, de un tiempo a esta parte, sirve además de plataforma para una serie de actividades esenciales para nuestra vida cotidiana, como realizar compras o transacciones bancarias. Sin embargo, como todo en este mundo, también tiene sus desventajas. La popularización de la web ha conllevado algunos puntos negativos muy preocupantes y uno de ellos es el ciberbullying.
Antes de hablar sobre el bullying (o acoso) cibernético propiamente dicho, es crucial que dejemos claro qué es el bullying. No se sabe con precisión cuál es la etimología o el origen exacto del término “bully”, pero, en inglés, el verbo “to bully” ya se usaba en 1710. Se trata, en síntesis, del acto de abusar, intimidar o dominar agresivamente a otra persona, ya sea mediante el uso de fuerza bruta o no. La intimidación, las amenazas y el acoso con el propósito de asustar también se consideran formas de bullying.
Tradicionalmente, son los niños y adolescentes quienes practican el bullying contra otras personas de su mismo grupo de edad y el ambiente escolar siempre ha sido el escenario más favorable para observar las agresiones. Sin embargo, con la llegada de la internet también hemos asistido al nacimiento del ciberbullying, que no es otra cosa que los mismos ataques, pero perpetrados en el entorno digital (por medio de correos electrónicos, redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea y otros).
Un caso serio
El ciberbullying se ha diseminado como una verdadera plaga por la web. Protegidos por el aparente anonimato inquebrantable y por la distancia física entre ellos y su víctima, los agresores se sienten aun más cómodos para practicar el discurso de odio y acosar a otros internautas. Esto incluye atormentarlos con mensajes repetitivos, difundir noticias falsas sobre ellos, difamarlos públicamente, incitar a otros a cometer violencia física y tantas otras fechorías. Las formas de acosar a alguien de forma virtual son casi infinitas.
A fines de 2019, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) llevó a cabo un estudio en 30 países diferentes y constató que uno de cada tres jóvenes sufría o ya había sufrido ciberbullying en su vida. El aprendizaje a distancia, que pasó a ser la norma durante la pandemia de coronavirus (SARS-CoV2), solo ha ayudado a empeorar esa situación; al fin y al cabo, los estudiantes deben interactuar virtualmente todo el tiempo, lo que los convierte en blancos fáciles de discriminación, prejuicio y de otros tipos de acoso.
El ciberbullying es un problema grave. Además de la vergüenza y del miedo inmediato, a largo plazo, la víctima puede desarrollar fobia social, depresión y otros trastornos psicológicos que pueden llegar a desencadenar síntomas físicos. Desafortunadamente, es fácil encontrar casos de suicidios causados por el ciberacoso: en 2006, una adolescente se quitó la vida tras recibir una serie de mensajes ofensivos de un supuesto “novio virtual” que, en realidad, era una mujer de 47 años.
¿Qué podemos hacer?
Desde 2015, Brasil cuenta con el Programa de Lucha contra la Intimidación Sistemática (Ley Nº 13.183/2015), que exige que las instituciones educativas tomen las medidas y adopten las actitudes necesarias para mitigar el acoso — y el ciberacoso — tan pronto como se lo identifique. Sin embargo, las víctimas suelen sufrir en silencio precisamente por temor a que aumenten las represalias en su contra o simplemente por vergüenza de estar en tal situación. Así, varios casos terminan pasando desapercibidos.
Es importante enfatizar que el acoso y el ciberacoso pueden ser considerados delitos contra la dignidad, por lo que dichas agresiones — ya sean físicas, verbales o emocionales — pueden llevarse al ámbito judicial. También hay varias ONG que brindan apoyo a las víctimas y familiares que no saben cómo lidiar con el problema. De cualquier manera, es fundamental que los responsables de niños y adolescentes hablen con los más pequeños para identificar posibles casos de ciberbullying y tomar las medidas oportunas de forma inmediata.