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Seguridad cibernética en la educación: del “septiembre eterno” a los nativos digitales

Hasta el comienzo de la década de los años 1990, cuando la internet aun estaba gateando en Estados Unidos, muchas personas tenían su primer contacto con la red usando sistemas de universidades para entrar a foros académicos de la Usenet. Cuando empezaba un año lectivo, los nuevos alumnos les daban muchos dolores de cabeza a los veteranos, por lo menos hasta que lograban tener claras las reglas de ese mundo digital.

En 1993, no obstante, el flujo de nuevos usuarios en internet —y de alumnos que tenían acceso a la red— ya era demasiado grande, lo que hizo que ya no fuera posible mantener esa tradición, ya que la internet tendría que acomodar a nuevos usuarios todo el tiempo, además de lidiar con las consecuencias de ese proceso. Como el año lectivo en Estados Unidos empieza en septiembre, aquel año, a ese mes lo llamaron “septiembre eterno”.

La internet cambió mucho en 30 años. Hoy tenemos una generación de “nativos digitales”, individuos que nacieron familiarizados con las “pantallas”. Ellos tienen un bagaje cultural propio y una noción bastante clara de cómo debe funcionar la internet y de cómo deben ser sus interacciones en ese ambiente.

Aunque la internet haya evolucionado, aun existen reglas que se deben seguir para garantizar la seguridad de todos. En muchos casos, la institución de enseñanza es el primer contacto del alumno con algunas reglas de la sociedad y esto también debería valer para la seguridad de la información.

El riesgo del exceso de confianza

A pesar de que son nativos digitales, hasta los alumnos más familiarizados con el uso de dispositivos de comunicación pueden desconocer reglas básicas sobre seguridad de la información, como el uso de contraseñas. Ellos también pueden necesitar orientaciones con respecto al uso de las computadoras de los laboratorios y pueden confiar demasiado en la propia institución al interactuar con los sistemas de enseñanza a distancia.

Ese “exceso de confianza”, por llamarlo así, puede ser perjudicial en algunas situaciones. Los delincuentes virtuales buscan crear situaciones que nos llevan a actuar sin pensar, lo que hace aumentar la probabilidad de que la estafa funcione, pues cometemos un equívoco sin jamás dar chance a la duda que nos haría sospechar del ataque.

Es importante saber que los delincuentes virtuales no eligen víctimas: pueden atacar a adolescentes y niños, ya sea para el robo de identidad o para obtener acceso a datos bancarios que se hayan usado en juegos y otras plataformas.

Un nuevo ciclo, nuevos conocimientos

Aunque en un nuevo ciclo lectivo sea necesario seguir un determinado rol de materias, sabemos que parte de la información que se estudiará cambia de un año al otro. El conocimiento también avanza y exige una actualización de la bibliografía y de algunos conceptos.

En el caso de la seguridad digital, las amenazas también cambian a lo largo del tiempo. Delincuentes y adversarios se adaptan, intentando ajustar las medidas defensivas ya adoptadas. Entonces, concienciar a alumnos y colaboradores sobre los peligros a los cuales pueden estar sujetos puede marcar toda la diferencia en el combate a esas amenazas.

Además, hoy en día, las escuelas y universidades también son blanco de ataques. Por eso, las instituciones educativas también necesitan establecer una política de seguridad y mantenerla actualizada para proteger a todos los colaboradores y estudiantes.

En 1993, la expresión “septiembre eterno” se usó de forma peyorativa para describir  el agotamiento causado por la obligación de enseñar las reglas repetidamente a un gran flujo de personas que llegaban a internet sin conocer aquel ambiente. Hoy, sin embargo, hemos entendido que estar dispuesto a enseñar a las personas a tu alrededor puede resultar beneficioso para todos, ya sea en el oficio de educar como en la seguridad de la información.