Sobreexposición en internet: ¿cuáles son los riesgos personales y profesionales?
Hoy en día, es raro encontrar a alguien que no tenga por lo menos un perfil en alguna red social. Y esto no es casual. Esas plataformas se han vuelto cruciales para que nos relacionemos con familiares, compañeros de trabajo o de estudio e incluso para consolidar nuevas amistades con personas de todo el mundo. Sin embargo, no es un secreto para nadie que toda plataforma social emplea artificios basados en la psicología para incentivar el uso frecuente por parte de sus usuarios: todo está pensado para que nunca te canses de dar “me gusta”, comentar y, sobre todo, compartir.
Hay excepciones, por supuesto, pero esos gatillos psicológicos se emplean justamente para que los internautas adquieran casi un “vicio”. ¿A quién no le gusta mostrarle a todo el mundo las hermosas fotos del viaje inolvidable que ha hecho? ¿O mostrarles a sus amigos su nuevo auto? Y ni qué hablar de expresar su opinión sobre el tema del momento... Nos hemos acostumbrado a valorar cada “me gusta”, siempre en busca de números mayores de interacciones y seguidores, como una forma de sentirnos importantes, amados e incluso respetados.
El problema es que, como todo lo que se hace en exceso, eso puede acarrear consecuencias muy desagradables. La principal es la sobreexposición en internet, un término usado para describir la actitud del individuo que, ávido por obtener interacciones cada vez más frecuentes, acaba exponiendo demasiado su vida en las redes sociales. Se trata de una práctica sumamente peligrosa desde el punto de vista de la seguridad de la información, tanto para el ámbito personal como para el profesional, por lo cual, muchas veces, se vuelve necesario que reveas tus hábitos en esas plataformas para asegurar tu privacidad en línea y resguardar datos confidenciales.
Ellos están atentos
Primero, es importante recordar que cualquier persona puede registrarse en una red social y que, desgraciadamente, son pocos los usuarios que saben configurar correctamente su perfil para que los contenidos publicados se mantengan privados y restringidos solo a un círculo confiable de amistades. La mayoría de las veces, el internauta simplemente lo deja todo público, permitiendo que cualquier individuo —incluyendo a actores maliciosos— visualicen sus publicaciones. ¿Ya te has puesto a pensar en qué peligroso puede llegar a ser permitir que un estafador conozca tus hábitos, preferencias, intereses e incluso los lugares que frecuentas?
A veces, compartimos fotos de establecimientos que visitamos a menudo, exponemos detalles de nuestra vida privada y damos a conocer información que los ciberdelincuentes podrían usar para aplicar estafas personalizadas dirigidas específicamente a nosotros, como víctimas. Cadenas que solicitan, por ejemplo: “menciona a tus bandas favoritas” o “lista tus restaurantes favoritos” pueden, muchas veces, hasta dar pistas sobre parte de la contraseña de un usuario determinado o indicar en qué tipo de phishing él caería con más facilidad.
Trabajo es trabajo y diversión es diversión
Pero la sobreexposición en internet también conlleva riesgos para tu vida profesional. No es raro encontrar a colaboradores que, para simplemente relajarse, se sacan fotos en su ambiente de trabajo y las publican en las redes sociales. El problema es que algunas fotografías pueden revelar información corporativa confidencial. El usuario no se da cuenta, pero acaba publicando una imagen en la que aparece algo escrito en una pizarra, un post-it o un documento sensible olvidado sobre la mesa. También son comunes las famosas selfies ante la computadora en las que aparecen datos privados en la pantalla de la máquina.
Lo creas o no, ya se han registrado casos de ejecutivos de alto escalafón que, animados por el entusiasmo de un momento, se sacaron fotos frente a una placa con un roadmap entero de la empresa y las publicaron sin darse cuenta de que estaban vulnerando términos del sigilo corporativo.
Mide tu nivel de exposición
Como ya lo hemos mencionado, todo lo que se hace en exceso hace mal y el uso exagerado de redes sociales no es una excepción a esa regla. Por eso, procura controlar tus ganas de compartir información en demasía en ese tipo de plataforma: antes de publicar algo, piensa dos o tres veces si hacerlo es realmente necesario y si no podría exponer una parte de tu vida privada o profesional. Cuando se trata de las fotografías, presta mucha atención para garantizar que las imágenes no incluyan datos sensibles antes de publicarlas en tu perfil.